En unos días los Díaz Ferrer iniciamos nuestras vacaciones y nos vamos al
pueblo. ¡Sí señor! Los Díaz Ferrer somos de los que tenemos pueblo de veraneo y
es una verdadera garantía, este año ya hemos tenido bastantes sorpresas.
Durante varios años intentamos cambiar nuestro destino estival pero siempre
nos pasaba lo mismo, los últimos días de veraneo siempre decíamos “para el año
que viene hacemos un viajecito” pero cuando llegaba semana santa y empezábamos
a sentir que las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina empezábamos a
soñar con el pueblo y aplazábamos la idea del viaje para el verano siguiente,
al final decretamos que los veranos se pasaban en el pueblo y punto.
Nuestro pueblo está en Ávila, en la Sierra de Gredos y es un lugar
maravilloso donde los tomates saben a tomate, la yema de los huevos es de color
amarillo, el solomillo de ternera lo compras a 23 euros el quilo, los minutos
se componen de 90 segundos, las personas que esperan en la cola del
supermercado sonríen (las cajeras también), los niños juegan libres en la plaza
del pueblo a las 12 de la noche bajo la atenta mirada de sus padres sentados en
alguna de las terrazas de la plaza, al entrar en los comercios te dicen buenos
días o buenas tardes (según la hora que sea), un lugar en el que dejas de estar
permanentemente pegajoso y de tener la obligación de ducharte de dos a tres
veces diarias e incluso hay noches en las que necesitas taparte con una colcha
( increíble pero cierto).
Es el pueblo que nos acoge desde hace diez años, el
pueblo donde pasamos nuestro primer verano juntos el de las mariposas en el
estómago y los siguientes antes de ser padres en los que vivíamos de noche y
dormíamos de día, el pueblo que nos vio estrenarnos como padres mientras me iba
sacando la teta por todas partes, el pueblo que ha visto como íbamos aumentando
la familia con la llegada de Pauletis, el pueblo por el que han ido pasando la
mayor parte de nuestros colegas que nos venían a visitar unos días, el pueblo
que va a flipar cuando vean mi look de este año.
Así que la próxima semana para allá que nos trasladamos, en el próximo mes
nos vamos a olvidar de agujas, tetas, quimios, hospitales y bichos cabroncetes.
Nuestras únicas obligaciones serán ir a comprar el periódico, asistir al
mercadillo de los lunes, ponerme la loción capilar para favorecer el
crecimiento del pelo, acudir a alguno de los eventos populares que anuncien en
cartelera, ir a cenar mínimo dos veces por semana a nuestro restaurante
favorito, empezar mi plan de entrenamiento personal titulado “yolanda runner”
(si! voy a ser runner, está decidido), preparar picnics semanales e ir a
comerlos al rio (los picnics estarán compuestos por tortilla de patatas,
pechuga rebozada, ensalada de pasta, melón, jamón, agua y refrescos), pasear
por la alameda a media tarde, llevar al Yosu a bañarse al rio y ver como
disfruta nadando, hacer el aperitivo diariamente y fotografiar a la princesa
Pauletis cuando pruebe por primera vez las famosas patatas revolconas (muy
típicas de la zona), avanzar en la lectura del libro “Como no ser una drama
mamá” me gusta, es ameno y de lectura fácil, es el libro adecuado para esta
etapa en la que me cuesta mogollón concentrarme y retener algo es prácticamente
imposible (otro efecto secundario de la quimio).
En estas semanas las únicas decisiones importantes serán entre otras con
que pincho acompañaremos la caña de cerveza del aperitivo si con una tapita de
croquetas o mejor unos boquerones, de qué color me voy a pintar las uñas (las
mías y las de la princesa Lucietis, por supuesto), si nos vamos a bañar al rio
o mejor nos quedamos en la piscina del pueblo, si paseamos por la alameda o nos
vamos al Castillo, si vamos a hacer turismo por Ávila o por Salamanca y por
último si las tostadas del desayuno las acompaño de mantequilla y mermelada o
de aceite y sal.
Así que este mes de julio básicamente lo vamos a destinar a descansar, a
desconectar a querernos mucho
muchísimo y a recuperarme para empezar con fuerza las sesiones de
radioterapia y sólo espero volver de vacaciones con mi cara, la de
verdad, la que tenía antes de empezar el tratamiento de refuerzo, tengo ganas
de volver a verla en el espejo, la echo de menos.
Os dejo el anuncio de este año de Estrella Damm, la
primera vez que lo vi me hizo llorar y en mi no es habitual.